Entrevista con Carmen Mazzoco, directora de Mazzoco Gourmet

“Me encantan los vinos singulares, únicos y que tienen una historia detrás”

Tras más de una década dedicada a la distribución de vinos y alimentación para alta restauración, Carmen Mazzoco, ha emprendido un proyecto en solitario denominado ‘Mazzoco Gourmet’. En esta nueva empresa, ha volcado toda la experiencia obtenida a lo largo de estos años. No obstante, su idea es ofrecer al restaurador productos únicos, irrepetibles, que encierran toda una historia de ilusión y emprendimiento. En definitiva, encontraremos vinos tan especiales como singulares amén de referencias gastronómicas Premium para restauradores que desean lo mejor para sus comensales

 

Un proyecto, Mazzoco Gourmet, bastante joven, ¿no es cierto?

He estado trabajando en el sector de la hostelería premium a nivel de empresas llevando bodegas y productos gourmet. Sin embargo, desde marzo pasado estoy con Mazzoco Gourmet, mi propia empresa de productos. Y, la verdad, he aprovechado todos mis conocimientos en el segmento gourmet.

¿Por qué decides ir en solitario y fundar Mazzoco Gourmet?

El resto de las empresas en las que he estado gestionaban lo mismo pero tenía muchas ganas de montar mi proyecto y hacer algo más específico. Las empresas que le digo iban y perdiendo especialización, un factor que me apasionaba: los productos gourmet. Al final, acababan llevando de todo. Y, la verdad, quería tener una identidad propia en la calle. Cuando llegaba a los establecimientos la gente me identificaba rápidamente y sabían que mi portfolio implicaba una gama media-alta. Tenía una imagen de mujer que comercializaba vinos de pequeñas bodegas, historias familiares, proyectos diferentes. Y, francamente, ese espíritu es el que quiero mantener en Mazzoco Gourmet. La gente se sorprendía por llevar marcas muy poco conocidas. No lo entendían. Mis vinos no están en grandes superficies porque están destinados a alta gastronomía. Así empezó Mazzoco.

¿Por lo que cuentas, dentro de lo gourmet, te interesan productos de mucho valor añadido y que tienen una historia detrás?

Eso es. Son bodegas pequeñas, familiares. Son vinos que, o bien son únicos o bien recuperan la uva autóctona de la zona, algo que me fascina. Vinos con tipicidad, como suelo decir. Le pongo un ejemplo, represento un vino muy peculiar de Bodegas Casa Corredor (Alicante). Se llama ‘Alagú’ y es el único rosado, elaborado con la variedad Forcallat, que existe en el mundo. Hace unos años, esta uva se arrancó porque no era rentable y daba poca cantidad de litros. Únicamente, quedan seis hectáreas de viñedo y las gestiona Casa Corredor. Y todo gracias a la labor de Raúl Pérez. Aparte de los vinos pues destaca el área de Alimentación. Aquí encuentras Cárnicas Luismi, cuya imagen es la de Martín Berasategui; también La Pulpeira, con una larga tradición elaborando pulpo cocido en su propio jugo; Valle de Los Molinos, que lleva dos años consecutivos obteniendo galardones en el World Cheese Awards y también en Madrid Gourmet. Son una familia de ganaderos y un proyecto pequeño si bien con una calidad brutal. Llevo también el Aceites Cortijo El Solano (Bobadilla, Antequera) de Sabor a Málaga. En Ibéricos, comercializo Señor de Montanera, Jamón de Bellota. En fin, un catálogo muy equilibrado.

Además de comercializar productos del segmento gourmet, también impartís asesoramiento, ¿de qué tipo?

Efectivamente. Cuando visitas restaurantes, te das cuenta de que hay un déficit en el personal por lo que se refiere a vinos. Nosotros brindamos una atención muy personalizada. Normalmente, quien compra los vinos -para renovar o ampliar las cartas- son los propietarios de los establecimientos o, a lo sumo, los jefes de cocina. Cuando la carta se cambia, entran nuevas referencias. Y los camareros, sobre todo lugares con plantillas importantes, no tienen mucha idea. Básicamente, porque nadie les ha explicado nada sobre los vinos que están vendiendo. Ni siquiera los catan. Mazzoco Gourmet proporciona un asesoramiento que incluye formación especializada en esas nuevas referencias y catas. Habitualmente, cuando el cliente les pregunta y busca algo de cierta calidad, terminan yéndose a los vinos más comerciales que sí conocen. Quizás porque les da miedo meter la pata o abrir una botella que acabe siendo rechazada.

¿El cliente agradece que le expliquen el tipo de vino y cómo se elabora?

Sí, mucho. Todas las bodegas suelen dar catas. El problema es que los camareros no tienen tiempo porque están todo el día trabajando. Lo que hacemos desde Mazzoco Gourmet es acudir al establecimiento proponerle al dueño cata para sus camareros y buscar el horario más adecuado. En el trascurso les informo de todas las peculiaridades del vino que luego han de servir. En realidad, se trata de que sepan contarle al comensal qué vino tiene entre manos.

¿Existe un mayor conocimiento de los vinos por parte del público?

Antes la gente para pedir un tinto decía Rioja. Ahora entiende más de vinos, les llama la atención ese mundillo. Y preguntan más que antes al camarero, sobre todo, la típica frase: ¿qué me recomiendas?. Por este motivo, el personal necesita más formación.

¿Qué echas en falta en las cartas de los restaurantes?, ¿han mejorado, siguen teniendo déficit?

En general, cuando veo las cartas de un cliente que no las ha renovado en dos años, me doy cuenta de que son clásicas porque hay muchos vinos comerciales. Ahora se ha notado un cambio, e incluso gente que se está atreviendo a poner referencias de otras denominaciones. Rioja o Ribera ya no son tan protagonistas aunque siguen siendo importantes, claro está. La gente empieza a demandar vinos de otros sitios y denominaciones. Por resumirlo, hay mayor diversidad y el resto de dd.oo. están ganando peso.

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Juan Alberto Gómez
Redactor todoterreno con más de 15 años de experiencia, en el mundo de la gastronomía, el turismo y la economía. Explorador incansable de los sabores, las cocinas del mundo y los nuevos hallazgos culinarios. Siente pasión por todo lo que rodea al mundo del vino y la enología. También de los productos de temporada y kilómetro 0, lo que viene en denominarse ‘slow food’. Hace suyas unas palabras de Cicerón: “el placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación”.