Situada en Torre del Mar, esta pequeña vinoteca que cuenta con más de 650 referencias, comparte los sueños de Carmen Calvo, Pepe Portilo y Arturo Galisteo.
Bajo una visión del vino abierta, entregada y cautivadora, Pepe nos revela interesantes secretos sobre quién, cómo y dónde se consume el vino en nuestro entorno.
¿Eres de los que piensa que cada vez tomamos menos vino? ¿Que los jóvenes no saben apreciarlo o que las etiquetas de diseño son meras herramientas de marketing para vender referencias de dudosa calidad?
Ponte cómodo, sírvete una copa de tu vino preferido y siente las notas frescas, afrutadas y golosas de una entrevista llena de pasión y energía.
Vinomar es más que una tienda de vinos. ¿Qué otros servicios ofrecéis?
La verdad es que en Vinomar damos un servicio muy personalizado. Además de vinos de toda la geografía española y diferentes referencias internacionales, también ofrecemos catas personalizadas a domicilio.
Son experiencias únicas que también sirven para hacer un regalo especial o como excusa para reunir a amigos y familiares.
Vinomar se aleja del concepto de supermercado del vino: tenemos muchos clientes que vienen diariamente, otros que vienen cada semana o los que nos visitan religiosamente una vez al mes. Escuchamos a cada uno de ellos, los asesoramos. Más que clientes son ya casi amigos.
No creemos en la prisa, el ritmo de nuestro servicio lo marca cada cliente. Para nosotros lo importante es que se sienta comprendido y acompañado. Esto casa con el concepto de “Catas a domicilio”: el cliente hace su grupo de amigos y mi compañero y yo hacemos una cata muy personalizada a gusto del cliente.
¿Qué acogida tienen los vinos malagueños entre tus clientes?
Cada vez tienen mejor acogida y eso nos alegra mucho. Sí es cierto que sigue imperando la riberitis y la riojitis, pero cada vez hay más clientes que se atreven con los vinos locales o de D.O menos conocidas.
La cuestión es que hay muchas personas que aún piensan que en Málaga no nos salimos de los vinos dulces. Escuchan la palabra “moscatel” y piensan que les va a dar diabetes. Sin embargo, en Málaga tenemos moscateles secos que son una maravilla como La Raspa, Botani…
También hay que tener en cuenta que no todos los vinos gustan a todos los clientes. La idea es encontrar un vino para cada cliente.
Las personas que vienen de fuera sí que vienen buscando vinos locales, tienen más interiorizada la cultura de probar otras cosas.
¿Qué busca el consumidor medio en un vino?
Hemos descubierto que podemos dividir las preferencias según la procedencia del cliente.
El 70% de nuestros clientes son extranjeros. Poco a poco se va equiparando con el público nacional, pero la mayoría siguen viniendo de fuera, concretamente del Reino Unido y tienen unas pautas de consumo muy concretas: beben vino a diario, por lo que buscan que sean asequibles. Son muy atrevidos, prueban encantados vinos de Somontano o Jumilla.
Por otra parte, los holandeses y finlandeses quieren probar cosas diferentes, saben que en su país sólo pueden acceder a una calidad similar por el doble o el triple y eso lo valoran mucho.
El público nacional, por el contrario, consume los fines de semana y prefieren un Rioja o un Ribera porque no se la quieren jugar. Nosotros desde Vinomar intentamos explicarles que decantarse por un vino de Aragón, Cataluña o Málaga no es jugársela. Ninguna D.O tiene la exclusividad de vinos buenos o suaves.
Una cosa que nos alegra muchísimo es que cada día vienen más clientes nacionales jóvenes. Son personas entre 25 y 35 años que se atreven bastante con cositas diferentes. Tienen ganas de experimentar. A veces ni les gusta el vino, pero ven que a sus amigos sí y vienen animados preguntando por dónde empezar.
Estos clientes están creciendo con nosotros, van probando todas las referencias nuevas que traemos, esas que son más modernas y descaradas. Los hay que ya vienen hasta buscando vinos por tipos de uva. Saben que les gusta la garnacha y quieren conocer sus diferentes expresiones.
¿En qué medida nos guiamos por las etiquetas de los vinos?
El cliente joven tiene una cultura artística y de diseño muy diferente. No sólo en el mundo del vino, también en la ropa, la comida… Estos clientes han crecido rodeados de diseño y lo demandan también en las etiquetas.
Hemos pasado de los escudos y castillos con nombres de “Marqués…” o “Conde…” a etiquetas más divertidas y desenfadadas, pero lo que importa es que el vino acompañe.
Podemos decir que ha cambiado tanto el interior como el exterior, los vinos ahora tienen un corte distinto. Antes se hacían con mucho roble y largas crianzas que enmascaraban la personalidad de la uva. Madera era igual a calidad. Ahora se busca más la frescura, la fruta y una buena relación calidad-precio. El vino viene de la uva y la uva es una fruta. Lo lógico es que nos recuerde a fruta.
Ahora estamos en un momento de vinos sabrosos y desenfadados envueltos en etiquetas divertidas.
A nosotros nos encanta pasear por la tienda y poder ofrecer tanto diseños impactantes como castillos, condes y marqueses.