Rosquillas de San Isidro: tontas, francesas, listas y de Santa Clara

Para los que conocen el Madrid moderno de grandes edificios de oficinas, estaciones de metro, coches y gente corriendo de acá para allá, la Verbena de San Isidro puede resultarles verdaderamente chocante: una pradera verde plagada de chulapos y chulapas en torno a multitud de puestos de comida sonando un chotis de fondo. Cuentan que es precisamente en esos puestos, en los que nació la tradición de tomar rosquillas para festejar las fiestas de Madrid. La receta es muy antigua, quizás se remonte a la Edad Media, aunque la costumbre de tomarlas durante la verbena no parece que lo sea tanto, se desconoce la fecha exacta pero sí sabemos quién la popularizó: la tía Javiera en el siglo XIX.

Javiera tenía un puesto en La Pradera de San Isidro y allí vendía unas rosquillas especiales con un dulce baño de color blanco, que fueron un gran éxito de inmediato. A partir de ahí surgieron imitadores por doquier y varias versiones para la cobertura de la rosquilla que con el paso del tiempo, se han convertido en los cuatro tipos que conocemos hoy: las tontas, las listas, las de Santa Clara y las francesas.

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Hace unos años las rosquillas del Santo perdieron un poco de tirón y muchos dejaron de consumirlas, pero la tradición ha recuperado el terreno perdido y actualmente muchísima gente las pide y las compra.

Si no las conoces, te contamos en qué consisten:

Las tontas, llamadas así por la simpleza de la receta, se preparan a base de harina, huevos, azúcar, aceite y un poquito de anís, siendo la base del resto de rosquillas.

Las listas llevan un glaseado de azúcar, huevo y limón que les da un aspecto muy apetecible. Evidentemente son más dulces y jugosas que las anteriores.

Las de Santa Clara lucen un merengue blanco muy vistoso. Parece ser que fueron las monjas de Santa Clara del Monasterio de la Visitación, quiénes las inventaron.

Las francesas fueron creadas por el repostero francés de Fernando VI a petición de su mujer Bárbara de Braganza, a la que no le gustaban demasiado las que existían entonces. Están cubiertas por un baño de azúcar glass y también almendras.

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