Cuando Alejandro Fernández y Carmen Pozo vivían en Londres y decidieron venir a Málaga a abrir su primer negocio de hostelería lo hicieron con toda la ilusión del mundo, pero en aquel momento no podían imaginar que lo que empezó siendo una tapería en la zona de Las Chapas acabaría por transformarse en una taberna urbana y vinoteca en pleno centro de Málaga. Y así, lo que era Tapas y Pinchos Terral Gastrobar, dio un salto en su concepto y se transformó en La Taberna de Monroy y La Vinoteca de Moreno, nombres que hacen honor a la calle que los cobija, Moreno Monroy, y desde donde esta joven pareja de cordobeses cuenta a través de su cocina cuánto de importante es trabajar duro para cumplir sueños. En sólo tres años han conseguido afinar su concepto gastronómico e introducir nuevas materias primas en su cocina, todo ello respetando el sabor de cada elaboración y haciendo guiños constantes a su Córdoba natal y a Málaga. Un trabajo incansable que ellos quieren materializar próximamente en un restaurante para seguir desarrollando su pasión por la hostelería.
La Taberna de Monroy y La Vinoteca de Moreno son dos espacios diferenciados con buen jazz de fondo que comparten carta y cocina. Su propuesta se caracteriza por tener un producto muy fresco, local y de temporada. Unos platos muy trabajados y un producto muy bien tratado donde el sabor es lo más importante a la hora de conquistar al comensal. Como pareja, una amplia carta de vinos donde se presta especial atención a las referencias malagueñas y andaluzas y que Alejandro se encarga de ir ampliando continuamente fruto de su gran afición por ellos.
En su cocina trabajan los platos tradicionales cordobeses y otras opciones más actuales. De esta unión nacen propuestas tan originales como unos nachos con rabo de toro al estilo cordobés y aguacate de la Axarquía o sus canelones de salmón ahumado de Noruega al pesto con salsa especial de queso y virutas de cacao negro, a los que se suman los ya tradicionales de la cocina cordobesa como el salmorejo, las croquetas de rabo de toro (cocinado durante más de ocho horas) y el flamenquín, que aquí acompañan con patatas panaderas y ali oli de ajo negro. Tanto Alejandro como Carmen tienen en su cometido que el comensal disfrute de la experiencia de comer con las manos, por eso una cuarta parte de su carta es de platos ‘finger food’. Entre sus ‘best sellers’ también están sus bocados de gambón estilo asiático, su arroz negro con zumo de piña, lima y coco rallado y su risotto de pulpo a la gallega.
A su carta se suma ahora un menú que ofrecen de lunes a viernes en el horario de almuerzos con platos que también se encuentran en la carta y un menú degustación con vino para dos personas y diez pases.
Como buenos cordobeses, dan un gran protagonismo al aceite de oliva virgen extra, por eso cada mes eligen uno de los mejores del mercado para el aperitivo, de Málaga para las mesas y de Córdoba para cocinar, eligiendo en el primer caso firmas como Único de Mondrón o Finca La Torre.
En los postres también afinan con elaboraciones caseras como el brownie de chocolate con mermelada confitada de naranja y frutos secos o la pera al vino tinto de Moreno con crema pastelera y chocolate. Sin duda, un lugar para el disfrute a escasos metros de la Catedral de Málaga y Calle Larios.