Calas románticas donde enamorarse este verano en Málaga

cala

El litoral malagueño atrae cada verano a cientos de miles de visitantes. Aunque no es todo sol lo que reluce, muchas de las playas que hay entre Nerja y Manilva son realmente excepcionales y tienen incluso un toque romántico. Ya sea entre abruptos acantilados o en dunas, la costa malagueña puede presumir de calas para enamorarse.

Si se comienza por el litoral oriental, el listón queda muy alto con el conjunto de calas que albergan Acantilados de Maro-Cerro Gordo, casi íntegramente en la localidad de Nerja (hay una parte que está dentro del territorio del municipio granadino de Almuñécar). Se trata del único paraje natural situado en zona costera de toda la provincia de Málaga. En una estrecha franja de 12 kilómetros y con una superficie de más de 1.800 hectáreas se localizan abruptos cantales, que son, en definitiva, las estribaciones de la Sierra de Almijara. Este complejo rocoso, erosionado por los elementos naturales, no sólo cobra originales formas sino que da lugar a numerosas calas bañadas por aguas cristalinas, que permiten ver con nitidez el fondo.

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Desde Cerro Gordo, en el límite con la provincia de Granada, hasta la aldea de Maro hay media docena de calas que se pueden visitar en cualquier época del año, si bien hay que tener en cuenta que la mayoría tienen el acceso restringido en vehículo privado en temporada alta. Eso sí, existe un transporte que en verano frecuentemente hace el recorrido desde una zona habilitada para aparcamiento hasta la arena de la playa.

Siguiendo por la antigua nacional 340, se llega desde la aldea de Maro, donde podemos ver las primeras y solitarias calas de aguas limpias y los estratégicos emplazamientos de almenaras tanto cristianas como musulmanas, como la Torre de Maro, la Torre del Río o la Torre de la Miel.

Desde los caminos que discurren por esta franja litoral se accede con mayor o menor dificultad, dependiendo de la zona, a las numerosas calas y playas poco transitadas. Por todo esto y por su gran valor biológico, hacen de este paraje un lugar de incuestionable belleza y un excepcional sitio para relajarse, alejado de las masificadas y urbanizadas playas de la Costa del Sol. De entre las calas que se pueden visitar con mayor facilidad, destaca la del Cañuelo.

El contraste paisajístico a estos abruptos acantilados del litoral axárquico se encuentra en el corazón de la Costa del Sol Occidental. Más concretamente, en la playa marbellí más situada al este (en el límite con el término municipal de Mijas) se puede visitar la playa de Cabopino, una cala situada en el paraje natural de las Dunas de Artola. En un enclave tranquilo, donde hay incluso parte para la práctica del nudismo, los vientos del noroeste y las corrientes marinas han conseguido aportar gran cantidad de arena hasta conseguir un insólito sistema dunar en la costa malagueña.

Si a ello se une la existencia de una de las atalayas más altas de la costa malagueña, la Torre de los Ladrones, o un sendero de madera para recorrer este fenómeno geológico (atípico en Málaga), se puede disfrutar de atardeceres espectaculares sin salir de la Costa del Sol.

Otras playas con acento romántico aguardan también en lugares como el Peñón del Cuervo, la Cala de Mijas o la Torre de la Sal de Casares.

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