Ruta del Aguacate, un itinerario con sabor subtropical

La Axarquía goza en parte de su territorio de un microclima único en Europa. Gracias a ello, existe lo que se denomina la Ruta del Aguacate y del Sol, que hace referencia a la similitud que tiene la meteorología de la zona con la de regiones subtropicales. Para muchos, estas agradables condiciones climáticas se deben a la cercanía del mar en un enclave tan próximo a elevadas altitudes como las Sierras de Tejeda y Almijara.

Este itinerario está compuesto por municipios como Benamargosa, Benamocarra, Iznate, Macharaviaya o el valle del río Vélez. La presencia de cultivos como el aguacate es común en toda esta zona, aunque también abundan otros frutos subtropicales como el mango o la chirimoya.

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Los frutos subtropicales, que en otoño tienen su mejora temporada, han encontrado en la costa oriental malagueña el hábitat idóneo para sobrevivir en el continente europeo. Con unas condiciones similares a la costa occidental granadina, de la que dista apenas medio centenar de kilómetros, en el entorno del río Vélez se pueden ver grandes plantaciones de aguacates que conviven no sólo con otros árboles exóticos, como chirimoyos o mangos, sino también con los cultivos tradicionales de la zona, como cítricos, huertas de regadío o viñedos y paseros. Este itinerario permite también conocer el patrimonio arquitectónico de pueblos agrícolas como Benamargosa, Benamocarra o Iznate.

Benamargosa ha estado siempre volcado en la fertilidad de sus tierras. Donde hoy se pueden ver miles de aguacates antes era el campo de cultivo de viñas, olivos, higos, hortalizas y limones. De todos esos productos, todavía hoy se conservan algunos paseros y muchos limonares. Sin embargo, la gran industria del pueblo está en la producción de subtropicales, como el citado aguacate, las chirimoyas o el mango. En el pueblo quedan todavía muchos símbolos que lo relacionan con la agricultura de ayer y de hoy, como el Arco de la Huerta, que se conserva en uno de los rincones del pueblo. Esta infraestructura era fundamental para el abastecimiento de agua en las zonas de regadío.

También hay que destacar su Puente de los Diez Ojos, una infraestructura básica para poder cruzar el río Benamargosa con sus habituales crecidas. Gracias a esta obra, los agricultores podían acudir a las zonas de cultivo.

Otra de las zonas de la Axarquía donde mejor se aprecia el crecimiento del cultivo del aguacate es en su fértil vega del río Vélez. Entre la ciudad del mismo nombre y el pantano de La Viñuela se concentran densas arboledas de este cultivo subtropical. Desde allí se pueden ver desde la carretera A-335, que une el litoral axárquico con Alhama de Granada. Frente a la monumentalidad de Vélez, en esta zona se pueden ver pequeñas aldeas, como Triana o El Trapiche, y un paisaje eminentemente agrícola. Aunque el Vélez no lleva un caudal estable durante todo el año, sí es uno de los ríos más importantes de la zona y sirve de eje vertebrador de esta Ruta del Aguacate. Desde la carretera, que discurre durante varios kilómetros en paralelo a su curso, se puede acceder a las localidades de Benamargosa, Benamocarra y las citadas aldeas.

Benamocarra, pueblo natal del músico Eduardo Ocón, cuenta con lugares únicos para contemplar la amplia presencia de los cultivos subtropicales, especialmente la de aguacates, todo un símbolo para este municipio. La mejor opción para tener una buena perspectiva es ascender desde el propio casco urbano hasta el cerro de La Jaula. Allí se podrá comprobar que entorno a este pueblo existe un verdadero vergel subtropical. No sólo se puede ver el entorno del pueblo sino también el valle del río Vélez y, por supuesto, la cima de la Maroma, omnipresente en la Axarquía. 

Iznate, con gran tradición agrícola en torno a la uva moscatel, también presume de ser uno de los grandes productores de aguacates en la Axarquía. Ambos cultivos, el tradicional de los viñedos y el de los subtropicales conviven en un paisaje eminentemente agrícola vigilado siempre por la cima de La Maroma. Su casco urbano está dispuesto sobre la escarpada ladera que se sitúa entre el río Iznate y la loma del Barco, el punto más elevado del término municipal. Es en este lugar donde se encuentra uno de los mejores miradores naturales de la comarca. En los días claros, se alcanza a ver incluso la costa marroquí.

El recorrido culmina en las zonas agrícolas de Macharaviaya y  Rincón de la Victoria. En esta última localidad, a pesar de su desarrollo urbanístico, aún se mantienen algunos de estos cultivos en el entorno de la aldea de Benagalbón y otros diseminados rurales. Caso muy diferente es el de la localidad vecina de Macharaviaya, donde poco a poco comienzan a implantarse estos productos. Éste es quizá uno de los puntos más tranquilos de esta Ruta del Aguacate, ya que la zona está protegida por colinas, que, sin embargo, en algunos puntos le permite ver el azul del Mediterráneo. Este municipio, que tuvo su gran esplendor bajo el mecenazgo de los Gálvez, próspera familia burguesa de los siglos XVIII y XIX. 

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