Bodega A. Muñoz Cabrera, más de 90 años innovando

Bodega A. Muñoz Cabrera, más de 90 años innovando

Casi un siglo ha pasado desde que Antonio Muñoz Cabrera comenzara a elaborar vinos malagueños de forma tradicional.

Desde entonces, las garrafas con las que vendían Zumbral a granel han dado paso a cuidadas botellas de vidrio con vistosas etiquetas que hoy lucen en decenas de restaurantes malagueños.

Han visto nacer dos D.O con la sabiduría suficiente para adaptarse a los nuevos tiempos y seguir ofreciendo vinos auténticos que reflejan el entorno del que proceden.

Hoy Dimobe (Bodega A. Muñoz Cabrera) se encuentra inmerso en una nueva y burbujeante aventura. Hablamos con Juan Muñoz Cabrera, uno de los nietos de Antonio y socio de la bodega.

¿Cuál es la historia de las bodegas Dimobe (Bodega A. Muñoz Cabrera)?

La bodega se inicia oficialmente en 1927, aunque mi abuelo empezó a elaborar vino en 1922 gracias a un amigo que le enseñó.

Junto a sus hijos, es decir, mi padre y mis tíos, se dedica a elaborar los vinos tradicionales de antaño, los dulces y secos de Málaga hasta que en el año 63 muere mi abuelo y deja la bodega a mi padre.

Hasta el año 1997 seguimos con la línea que había creado mi abuelo, elaborando vinos que vendíamos a granel en las tabernas de Málaga y en los montes y pueblos de la Axarquía.

En el año 97, al jubilarse mi padre, los cuatro hermanos creamos la sociedad con la que se nos conoce ahora: “Dimobe (Bodega A. Muñoz Cabrera)”.

En el 2000, al cambiar el pliego de condiciones de la D.O, nos inscribimos e iniciamos nuestra nueva andadura elaborando vinos pensados para embotellar y con marca propia. Hemos mantenido Zumbral, que es el tradicional que elaboraba mi abuelo, pero también hemos incorporado tintos y blancos jóvenes de Sierras de Málaga.

Estamos muy contentos de haber dado este paso, ya que los vinos a granel cada vez se venden menos y gracias a los vinos embotellados no paramos de crecer en la medida que podemos hacerlo como bodega familiar y pequeña. Seguimos sacando productos nuevos que tienen muy buena aceptación. Es una suerte que nuestros gustos y los del mercado coincidan.

¿Cuál es el buque insignia, el niño mimado de vuestros vinos?

La verdad es que me resulta imposible elegir uno. Todos están elaborados con tanto mimo y esmero que no siento que uno sea mejor que otro. Cada uno tiene su carácter.

Nosotros estamos elaborando todos los vinos con el mismo criterio. Continuamos lo que hace la naturaleza, nuestros vinos son producto del entorno, el clima, las uvas de nuestras 36 hectáreas. Evidentemente no se expresa igual la moscatel cortada a 300 metros de altitud que la cortada a 800 metros. No madura igual la uva que se corta a principios de agosto que la que pide ser cortada a finales de septiembre. Esto no quiere decir que una sea mejor de otra, más bien son diferentes.

La que madura antes nos da unos vinos blancos jóvenes muy afrutados listos para ser consumidos en el momento, mientras que las que se cortan en septiembre nos dan vinos dulces que no se consumirán hasta dentro de 15 años cuando terminen su crianza en madera.

¿Uno es mejor que otro? No, uno te apetece en un momento y otro lo dejas para otros momentos.

Pero si me preguntas qué vino me da más alegrías, la respuesta es claramente Zumbral.

Ya lo elaboraba mi abuelo y lo distribuía cuando aún no tenía nombre y se vendía en garrafas a granel. En esos tiempos ya lo tenía en su restaurante Adolfo, que además lo llevaba a Madrid para presumir de vino. También el Café de París lo vendía mucho.

Aún no tenía nombre ni DO y ya nos daba alegrías. Estoy seguro que no hay en España un vino más premiado que Zumbral.

A pesar de esto, incluso el vino que menos se vende se elabora con el mismo cariño y con la intención de que en su momento de consumo sea lo máximo.

¿Cómo definiríais los vinos Dimobe (Bodega A. Muñoz Cabrera)?

Intentamos hacer vinos en los que se tenga que intervenir lo mínimo. Aunque no tenemos ningún vino catalogado como ecológico, en las viñas sólo utilizamos productos naturales en las viñas como el azufre. No utilizamos pesticidas.

Controlamos al máximo la maduración para cortar la uva en el momento justo para que tenga los azúcares y ácidos necesarios para que en los mostos haya que intervenir lo mínimo.

Tenemos vinos en los que utilizamos levaduras comerciales y otros en los que sucede la fermentación espontánea.

En Zumbral por ejemplo, en vez de clarificarlo tras terminar la fermentación, nosotros preferimos tenerlo 18 meses en trujales de hormigón. Al final conseguimos lo mismo que si añadiésemos productos para clarificar el vino en una semana.

¿Empiezan los malagueños a valorar los vinos de su tierra?

Sí, cada vez se va notando más. Es cierto que no se puede ver la diferencia de un año a otro, pero si pensamos en la Málaga del año 2000 y miramos lo que hay ahora, la diferencia es abismal.

Gracias al Consejo Regulador las cosas han cambiado mucho también para el consumidor. Antes del 2000, antes de la  creación por el Consejo Regulador de «Sierras de Málaga » donde se regula la elaboración de vinos blancos, tintos y rosados, solo existían los vinos tradicionales malagueños. Que están muy bien, pero tienen su público.

La gente se está interesando mucho por las nuevas elaboraciones. Nuestros blancos y tintos no tienen nada que envidiarles a los vinos de otras regiones. Se hacen cosas maravillosas en otras regiones, pero los vinos malagueños tampoco se quedan atrás y los malagueños, poco a poco se lo van creyendo, la percepción de los vinos de Málaga ha cambiado mucho.

Se nota sobre todo en los restaurantes nuevos que están abriendo. Los cocineros jóvenes apuestan por los vinos autóctonos porque conocen su valor.

También contáis con un espumoso y un vermú malagueño, ¿qué carácter tienen?

Del espumoso tenemos ahora en la bodega la cosecha de 2015 y 2016.

De momento el 2015 está evolucionando de maravilla, pero no sabemos lo que sucederá tras el degüelle.

Saldrán algunas botellas en seco, pero también estamos haciendo pruebas con los diferentes vinos que tenemos en la bodega para utilizarlos como licor de expedición.

Aún no sabemos cuándo saldrá al mercado, como pronto el año que viene.

En el vermú lo que menos buscamos es que se aprecien los sabores de la uva con la que se elabora (moscatel y PX). Hay mostos que son muy buenos pero que no tienen unas características que no nos sirven para utilizarlos en los vinos que elaboramos. Esas características son las de amargor, que son las que se buscan precisamente en el vermú.

En consonancia con las hierbas aromáticas de la zona como el hinojo, la zahareña, que tanto crece en la Axarquía, o la genciana que sí traemos de fuera, el amargor de ese mosto resulta muy interesante y agradable.

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