Nada más entrar en Restaurante Lígula nos quedamos sorprendidos por su decoración. En las paredes de este establecimiento, ubicado en la zona de Teatinos, podemos leer Pimentón Paleño, Maimones, Porrilla…. Los más entendidos en la materia saben su significado, pero otros muchos clientes no. Son los nombres de algunos de los platos de la cocina antigua de Málaga. Es la clara apuesta de su propietario, José Eduardo Muñoz, por recuperar el recetario tradicional malagueño.
Lígula cuenta con el distintivo Sabor a Málaga, marca promocional de la Diputación Provincial de Málaga, ya que el 80% de su producto es de kilómetro cero. Su carta de vinos es también 100% malagueña incluyendo un total de 40 referencias, entre blancos, rosados, tintos, espumosos, dulces, y albarizados, que podemos pedir por copa o por botella.
El origen de la palabra Lígula se sitúa en la antigua Roma. Así se llamaba la cuchara individual que tenía cada ciudadano para tomar las sopas ya que en aquella época se comía con las manos y ése era el único cubierto personal que existía”, según nos cuenta José Eduardo, quien explica que ése fue el motivo de bautizar así al restaurante “por nuestra vinculación con los platos de cuchara”.
Lo que más demandan los clientes de Lígula son los guisos «porque le damos ese toque especial que mantiene el sabor original de antaño”. Así, podemos degustar un Pipeo de Casarabonela, “un plato típico de segadores de cuando se hacía la recolección de legumbres de pipa y el excedente que no se vendía se echaba en olla”. De esta forma nos encontramos con un guiso que contiene guisantes, habas, alcachofas y hojas de lechuga, “que son las que le dan esa consistencia característica a este plato”.
Otras de las especialidades de Lígula son la Chanfaina de la Axarquía o las Patatas en adobillo, típicas del barrio de Huelin, la Sopa de Maimones (de sopa de ajo), el Pimentón Paleño (especie de guiso de pescado en blanco), o el Gazpachuelo malagueño, que es lo que más les demandan sus clientes. “Es el único plato de cuchara que tenemos fijo los viernes mientras que los demás van rotando. No quieren que lo quitemos”, cuenta el propietario del establecimiento.
Pero en Lígula también se apuesta por la innovación “y elaborar platos más modernos”. Y para muestra un botón, ya que José Eduardo prepara una Presa ibérica con chutney de níspero y mermelada de tomate huevo de toro “que consigue una explosión de sabores en nuestro paladar con la mezcla del picante y dulce a la vez. También hacemos gyozas pero con producto local en lugar de materia prima de fuera”, según nos explica.
Y como broche de oro, en el postre Lígula nos sorprende con su Chococeta, “un pequeño jardín comestible”. Sobre la base de un plato verde moteado en negro, lo que vemos literalmente es una maceta volcada. En realidad, es un macetero de barro pintado y volcado sobre el plato, y en cuyo interior se halla el coulant con chocolate caliente. Fuera, imitando a la tierra de una maceta, se encuentra esparcido el polvo de galleta y el helado de leche merengada con crujiente de chocolate blanco. El plato se decora con pétalos de flores “y todo es comestible”.
En cuanto al espacio, Lígula cuenta en su interior con 8 mesas para unos 40 comensales, la misma capacidad que la terraza exterior que posee. Es un establecimiento rústico “pero con toques de modernidad donde además tenemos una vitrina que muestra parte del género que utilizamos en la elaboración de los platos. Así el cliente puede ver directamente el producto que se le va a servir ya cocinado”, explica José Eduardo.
Restaurante Lígula se encuentra en la Calle Shanti Andía, 9 de Málaga. Para mayor información y reservas: 951 485 128 y www.ligula.restaurant/