Cinco pequeños pueblos malagueños para perderse un fin de semana

Muchos fines de semana sobran las prisas, el ruido y la actividad sin pausa de los días laborables. A veces, el único modo posible de alejarse de las preocupaciones es poner una distancia geográfica de por medio. Sin salir de la provincia de Málaga encontramos muchos destinos en los que refugiarnos de la rutina, pueblos para descubrir a paso lento que nos reconfortarán con su belleza y su carácter.

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Cortes de la Frontera

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Cortes de la Frontera es el municipio más alejado de Málaga capital. Debe su prosperidad a la explotación del corcho y está rodeado por los Parques Naturales de Los Alcornocales, Sierra de Grazalema y Sierra de las Nieves.

En su territorio se han asentado fenicios, romanos y árabes, hasta que los Reyes Católicos tomaron el municipio en 1485. En su casco urbano se concentran sus edificios más emblemáticos: el Ayuntamiento, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, y la Casa de los Valdenebros o “casa de las tetitas”. También merece la pena visitar su plaza de toros, la Casa de Piedra, de origen paleocristiano, así como recorrer la calle Real para contemplar sus fachadas. Una forma amena de descubrir sus calles es buscar los poemas de escritores españoles que adornan algunas paredes.

Alejados del núcleo poblacional se encuentran los restos de La Sauceda, un poblado que quedó deshabitado tras la Guerra Civil y donde actualmente se pueden pasar unos días en completa desconexión. Aunque el acceso es difícil, un paisaje natural de una frondosidad impresionante recompensa el esfuerzo.

Comares

Sobre una peña a 700 metros de altitud se asienta Comares, un pueblo conocido como el Balcón de la Axarquía por el alcance de sus vistas panorámicas, que se pueden admirar desde cualquiera de los numerosos miradores. O desde el aire, ya que en la que se considera la tirolina más larga de España con anclaje natural se puede sobrevolar el valle a más de 100 metros de altura.

El origen árabe de Comares queda patente en su trazado de calles estrechas que discurren alrededor del Castillo de La Tahona, del que quedan en pie dos torres y un muro. Otros enclaves arquitectónicos de interés son la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, de estilo mudéjar, los arcos medievales que aún conserva o sus fuentes.

Cerca del pueblo está situada la meseta de Mazmullar, una antigua ciudad del siglo  IX, a la que se puede acceder siguiendo una ruta senderista.

Ardales

Ardales es un pueblo amable y tranquilo con una historia que se remonta a la Edad del Cobre. Los romanos construyeron el castillo que, desde la Peña, vigila la localidad, en la que destacan la iglesia mudéjar de Nuestra Señora de Las Mercedes y el Convento de los Capuchinos. Un poco más alejada encontramos la ermita de la Encarnación. En los alrededores de su núcleo de población se concentran un buen número de interesantes lugares de gran importancia histórica y arqueológica, como la Cueva de Doña Trinidad Grund, que guarda valiosas pinturas rupestres, el Castillo de Turón o las ruinas de Bobastro.

En su entorno natural es obligada la visita al Desfiladero de los Gaitanes, por el que discurre el mundialmente conocido Caminito del Rey, y al pantano de El Chorro y el Embalse Conde de Guadalhorce, que ofrecen uno de los paisajes más encantadores de la provincia.

Genalguacil

El compromiso de Genalguacil con el arte es palpable por todo el pueblo. Este municipio del Valle del Genal es el gran museo al aire libre de Málaga. Cada dos años se celebran allí los Encuentros de Arte y las obras de los creadores que participan se exponen en sus calles. Así lleva treinta años favoreciendo la creación artística y el contacto de los vecinos con el arte contemporáneo, lo que le ha permitido sortear el peligro de la despoblación. Las obras de artistas de todo el mundo se exhiben en sus calles y también en el Museo de Arte Contemporáneo Fernando Centeno López.

Además de estas modernas piezas, en Genalguacil se pueden admirar otras obras de arte de carácter arquitectónico ligadas a su pasado. La iglesia de San Pedro Mártir de Verona, una construcción barroca del siglo XVI, es una de ellas.

Por si estos atractivos fueran pocos, los bosques de pinsapos y castaños que lo rodean conforman un paraje natural de gran belleza que puede admirarse desde los muchos miradores repartidos por el municipio.

Istán

En la cuenca del Río Verde, en plena Sierra de las Nieves, emerge Istán, conocido como el “Manantial de la Costa del Sol” por la importancia que tiene el agua para el municipio y sus habitantes. El rumor del agua está muy presente, ya sea vibrando en sus numerosas fuentes o recorriendo el trazado de acequias moriscas que la distribuye por todo el municipio. Incluso se puede visitar un museo dedicado a este preciado recurso para conocer mejor su relación con la localidad.

El edificio más antiguo de Istán es la Torre del Escalante, de época nazarí, levantada en la parte más alta del pueblo. Otra de sus edificaciones más importantes es la iglesia de San Miguel, del siglo XVI, reformada en tres ocasiones. También está dedicada al patrón del pueblo la ermita de San Miguel, construida en una cueva a cuatro kilómetros del núcleo urbano de Istán. En este enclave se pueden disfrutar unas espectaculares vistas que alcanzan hasta el mar. Y es que a 15 km se encuentran las playas de Marbella, lo que permite disfrutar de varios ambientes en un mismo fin de semana: el mar y la montaña, y la placidez de un pequeño pueblo blanco del interior y de la mayor agitación de un destino cosmopolita de la Costa del Sol.

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